LA VIOLENCIA NO SE CALLA

A la comunidad Universitaria

Nos encontramos en ESTADO DE ALARMA ante lo que evidenciamos como una escalada de violencia machista en nuestra Universidad que tuvo su máxima expresión en la última sesión del Consejo Superior del miércoles 2/05 a la vista de todxs lxs presentes.

Como mujeres trabajadoras y organizadas sindicalmente nos vemos en la necesidad de poner sobre la mesa estos hechos que de ninguna manera vamos a naturalizar o a dejar pasar.

Sobre la convicción de que SI TOCAN A UNA RESPONDEMOS TODAS hacemos aquí una exposición de las situaciones que venimos viviendo desde el año pasado, comenzando por la más reciente, porque no la hemos hecho pública hasta el momento. Fuimos pacientes, en espera de una declaración pública del Rector o lxs Consejerxs Superiores, sin embargo a la fecha sólo hubo un mail del Rectorado que poco aclara e incluso siembra aún más dudas sobre el camino que se recorrerá desde la gestión en este sentido.

Los aquí descritos no son episodios aislados, sino que forman parte de un mismo proceso que viene en crecimiento a la vez que crece nuestra resistencia para ponerle un freno definitivo. Visibilizamos la violencia para que no quede impune, olvidada o forme parte de nuestra cotidianidad sin más. Creemos que hay que ponerle nombre, alertar a otras compañeras, repudiarla y luchar en unidad para erradicarla definitivamente.

Sobre lo ocurrido en el último Consejo Superior

¿Callamos a las víctimas o frenamos a los violentos?

El miércoles 2/5 un grupo de compañeras asistimos a la Sesión del Consejo Superior. Allí nuestra consejera, Cintia García presentó sobre tablas un Proyecto de Declaración en repudio a la violencia de género que sufrieron algunas compañeras y en especial la delegada Jimena Romero por parte de Héctor del Castillo el pasado 19 de abril.

El Rector introduce el tema mencionando que el hecho de haber dado a conocer públicamente el episodio perjudica la imagen de la Universidad. Con la presencia de la compañera violentada presente, la Institución a través de su máxima autoridad nos señala como eventuales responsables en el “desprestigio” de la institución, al mismo tiempo que no dice ni una palabra del hecho de violencia en sí mismo.

Alejandro Villar hizo uso de sus privilegios para poner en duda nuestra palabra, y a pesar de que nosotras habíamos señalado que tuvimos reuniones con Sara Pérez -responsable del Programa, que lleva adelante el Protocolo de intervención ante situaciones de violencia de género-, el rector detiene el funcionamiento del Consejo para consultar en voz alta y frente a todo el Cuerpo Colegiado al abogado sobre la existencia de una denuncia. En este caso la confidencialidad deja de ser un escollo, lo importante es poner en duda la palabra de quien denuncia; se duda de la víctima, pero no del victimario.

Durante la sesión, la idea que refuerzan lxs consejerxs es la del “pacto de silencio”: se nos llama a trabajar exclusivamente en la confidencialidad del Protocolo y a puertas cerradas. En un sentido más amplio, es menester señalar que cuando se habla de tratamiento de hechos de violencia de género, en cualquiera de sus formas -física, verbal, psicológica, simbólica, etc.- la forma de lograr que no se reproduzcan es hablando, es contando, para poder generar conciencia. Necesitamos un cambio cultural como sociedad y tenemos una responsabilidad aún mayor formando parte de una comunidad educativa, donde miles de personas concurren diariamente a formarse. Estamos convencidxs de que como sociedad debemos propiciar los debates, así como repudiar las actitudes machistas en todos los espacios y en todas sus formas. Los reduccionismos o negacionismos no cambian la realidad, sólo la ocultan y las mujeres estamos en emergencia. En lo que va de 2018 en Argentina hubo un femicidio cada 30 horas.

El sindicalismo misógino y arcaico redobla la apuesta:

En la misma sesión del Consejo, Miguel Otero -consejero superior y parte de la Comisión Directiva de ATUNQ (FATUN)- redobla su apuesta agrediendo nuevamente a nuestra compañera, como lo había hecho antes Del Castillo. Comienza su intervención recordando una publicidad machista -sin reparar en la solemnidad del cuerpo y faltando el respeto a todas las mujeres presentes- y termina señalando a los gritos y con golpes en la mesa a nuestra compañera Jimena Romero, acusándola de haberlo “incitado a acosarla sexualmente”.

Demás está decir, por absurdo e inverosímil, que las acusaciones de Otero no son más que una reacción de solidaridad machista que reafirma un accionar misógino de los dos sujetos mencionados.

No nos sorprende la reacción de este representante de la violenta burocracia sindical, pero sí debemos decir que estamos consternadxs ante la decisión del Rector, que en vez de frenar la violencia que se estaba desarrollando y llamar al orden al Consejero -como Presidente del Cuerpo- dejó que todo transcurra y sus palabras más fuertes para con Otero fueron “Por Favor”. Inadmisible actitud fue la que tomó al momento en que la compañera directamente aludida pide la palabra para hacer su descargo y la respuesta es una rotunda negativa argumentando que no es lugar para estar “ventilando cosas”.

Repasamos aquí algunos hechos anteriores que forman parte del contexto y de la escalada de la que hablamos

 

Un mensaje anónimo y cobarde

El 3 de noviembre de 2017, la universidad amaneció cobardemente empapelada con una foto de lxs delegadxs de UNQATE intervenida. En la foto original –tomada en ocasión de la represión a lxs compañerxs de PEPSICo- los carteles manifestaban nuestra solidaridad, mientras que en las fotos apócrifas los carteles decían “Somos delegados de nadie” y “Tengo hambre” y se había quitado a Rubén Giménez, el único delegado varón que integra nuestro espacio.

En aquel entonces señalamos con preocupación este ataque que no sólo es completamente falto de vocación de debate sino que estaba dirigido exclusivamente a las delegadas mujeres, ejerciendo una fuerte violencia simbólica, buscando ridiculizar, atacar o menospreciar nuestro trabajo como mujeres sindicalistas. Lo que expresa una profunda misoginia de quien realizó los anónimos.

Un sindicalismo misógino y arcaico

El segundo acto de esta escalada machista se da el 19 de abril de 2018, en plena calle y frente a casi un centenar de personas, cuando ATUNQ convoca a reunión para informar sobre el acuerdo salarial a la baja firmado por la FATUN y el CIN.

Héctor del Castillo, alias “Fino”- el secretario general de ATUNQ – agredió de forma machista y misógina, con descalificaciones y amenazas a nuestra compañera Delegada Jimena Romero. Asimismo se dirigió con “supuestas acusaciones” y descalificaciones también  a otras compañeras.

Ante este repudiable episodio sobrevino la solidaridad y el repudio de cientos de organizaciones de todo tipo y de un variado arco político: desde la campaña nacional contra la violencia hacia las mujeres, hasta Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz.

No me callo nada

Tres hechos, tres denuncias al protocolo, tres veces agredidas, ningún repudio institucional. Ni tan siquiera un llamado de atención a los violentos para que recapaciten.

Sr. Rector, señorxs consejerxs, compañerxs docentes, invetigadorxs, estudiantxs, trabajadorxs, comunidad en general: digámosle NO A LA VIOLENCIA MACHISTA.

 
 

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Delegadxs UNQATE

¡Estamos juntas y organizadas!
¡SI tocan a una respondemos todas!
¡Ante la complicidad patriarcal respondemos con denuncia, lucha y organización!

 

Publicado por Trabajadores de la UNQ nucleados en ATE en sábado, 21 de abril de 2018

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